sábado, 2 de junio de 2012

Cuando el sabio señalaba la luna, el aprendiz miraba el 'ebook'

Papel y electrónica empiezan a convivir




"El recuerdo que deja un libro 
es más importante que el libro mismo"
Gustavo Adolfo Béquer








He intentado permanecer lo más neutral posible, pero no he podido sustraerme a escribir sobre el tema del momento para dedicar estas líneas a los ebooks. Conste que, por principios, no puedo estar en contra de algo que promete fomentar el hábito de lectura. La principal objeción es que, como ocurría con el aprendiz que miraba al dedo mientras el filósofo le señalaba la luna, centramos nuestra atención en el soporte cuando lo realmente crucial ocurre más allá. Poco importa si el formato es físico o electrónico, si está hecho de papel o de bits, lo decisivo es que nos acerca las historias que queremos leer. Para eso lo compramos.

El 'ebook' no es un fin, sino un medio. Nuestra fascinación por la tecnología nos está haciendo olvidar esto. Entiendo que su entrada en el mercado supone toda una revolución y que quizá cambie el modo tanto de leer como de escribir, pero hoy en día se habla más de 'ebooks' que de literatura.

A los visionarios que preconizan que dentro de pocos años todos tendremos uno y ya no se imprimirá en papel, les recomendaría que echaran un vistazo a los últimos grandes avances tecnológicos. Cuando apareció la radio, todos coincidían en que la prensa escrita iba a desaparecer. Y, pese a sus achaques, ahí sigue. Lo mismo sucedió con el lanzamiento de la televisión: se aseguraba que, con ella, la radio tenía los días contados. Nuevamente se equivocaban. 

A los amantes del papel y del olor a tinta nos gustaría que libros y sus descendientes electrónicos pudieran convivir en paz. Todo iría en beneficio del lector, cuya capacidad de acceso a la literatura se vería multiplicada.

Aunque muchos otros ni siquiera pueden elegir. La citada fascinación por los nuevos aparatos provoca que el ebook sea una opción tentadora para hacer un regalo. Así, el amante de la lectura que todavía no ha querido o no ha meditado dar el paso a la pantalla se encuentra con un ebook para Navidades o para su cumpleaños. 

Los detractores del invento cuestionan su utilidad práctica porque nadie, dicen, es capaz de leer los 10.000 o 20.000 libros que el compacto aparato es capaz de almacenar. Se olvidan de los lectores de microrrelatos, poesía y cuentos cortos. Desde el sector elitista se repudian a estos nuevos lectores que han tomado el hábito por la moda de llevar el aparato en el transporte público o de vacaciones. Bienvenidos al mundo de las letras, les digo yo.